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Alba González, Alejandra Vanessa, Ana Patricia Moya, Ana Vega, Ariadna G. García, Ángela Álvarez Sáez, Begoña Callejón, Bern Dietz, Berta García-Faet, Elena Medel, Erika Martínez, ESther Giménez, Francisco Gálvez, José María Balcells, Junio 2014, La manzana poética, Laura Cassielles, Luna Miguel, María Rosal, Marta Gómez Garrido, Marta López Vilar, Martha Asunción Alonso, Mertxe Manso, Noni Benegas, Pepa Merlo, Rocío Hernández Triago, Saray Pavón, Siracusa Bravo Guerrero, Sofía Castañón, Vanessa Pérez-Sauquillo, Verónica Aranda, Virginia Cantó, Yolanda Castaño
La Manzana Poética. http://www.lamanzanapoetica.info/
Es todo un placer aparecer en el número 37 de «La Manzana Póetica», revista de «Literatura, creación, estudios literarios y crítica», dirigida por el profesor y traductor Bernd Dietz y el poeta Francisco Gálvez. Fundada en 1999, su meta consiste en investigar las poéticas actuales, insertándose en sus páginas trabajos inéditos de versificadores, críticas literarias, ensayos, traducciones y trabajos de investigación.
A este número 37, titulado «Generación 2001. 26 poetas españolas (sin peaje)» se une el 36 donde se presentan ensayos de autoras como Saray Pavón, Pepa Merlo, María Rosal, Sharon Keefe Ugalde o Noni Benegas, que bucean en la poesía femenina puente entre el final del siglo XX y los comienzos del XXI.
Ya en el número 37, la antología de inéditos recopila versos de poetas como Begoña Callejón, Vanessa Pérez-Sauquillo, Erika Martínez, Elena Medel, Sofía Castañón, Berta García-Faet, Ana Patricia Moya o Verónica Aranda, entre otras muchas. Así, hasta un total de 26.
El prólogo, escrito por la profesora universitaria Paola Laskaris, disecciona el porqué de la selección de estas poetas y el porqué de su unificación, a pesar de sus diferentes voces y tradiciones, dentro de una misma generación:
El presente florilegio poético alberga las voces de 25 escritoras procedentes de la variada y artísticamente fertilísima geografía ibérica, nacidas entre 1975 (…) y 1990, y maduradas literariamente durante las dos últimas décadas, en el cauce dinámino, promiscuo y múltiple de este siglo XXI.
Más allá de la susodicha mirilla, se hilvanan 25 experiencias, estilos, poéticas, 25 hilos transparentes de un tapiz a la vez realista y visionario, abstracto y naïf, canónico y vanguardista, tejido con las luces y las sombras de los dos milenios.(…)
A un extremo hallamos la generación que vio la luz junto a la transición y sufrió la desmemoria; la que se amamantó con la movida de los ochenta, siendo acunada por el «melancolismo» pop rockero de Mecano, la sátira punk-grotesca de Alaska, los dibujos animados japoneses y las series de televisión americanas.
Al otro extremo está la generación 2.0 o de la @, la generación de los cibernautas en busca de un toisón mítico (…); la que echa nuevas y viejas cuentas con los idealismos y el olvido (…). Es la generación indignada; la que enarbola su yo, consagrándolo al altar mudable y efímero de la web, con cierto afán de protagonismo, la ilusión de una comunicación descentralizada e incluyente y una pizca de malicia voyeurística.
En el medio, se sitúa la generación poética bien representada en estas páginas: criatura bifronte, que extrae su savia de los anhelos y las frustaciones de ambas edades, que hace navegar sus deseos y miedos por las playas del sistema binario, dejándolos enmarañar en las playas lisas del desencanto o empujándolos hacia los piélagos inexorables de la bonanza rutinaria, como un periplo épico sin rumbo ni héroes.
Les dejo uno de los tres poemas inéditos publicados en esta antología.
SARTORIA
Olvida, olvida, olvida.
Y, sin embargo, la memoria no busca entre los rastrojos para pensarse, para abolirse.
O para decapitarse.
No guillotina los momentos de pérdida
(aquel laberinto de humo de liar y veranos bronceando el alma con factor de protección contraindicado)
sino que los desnaturaliza y los convierte en un amasijo, en una neblina, en una bruma.
Destierra la época en que las frazadas me enrollaron y mi cuello creció como el de Nefertiti para poder ver más allá del rebozo de una sábana, el único horizonte de la patria.
Destierra la ruta 66 hecha al modo de una niña:
con los pies descalzos y la confianza ciega en los milagros.
(Entiéndase el futuro como milagro, que todo lo puede.
No era la bola del tarot ni las cartas de cristal lo que tenía entre manos,
sólo una esperanza casi devota en el verbo «ser»)
La memoria destierra toda concepción futurista de este cuerpo con escoliosis mental,
columna desbocada por donde se vierten tres navajazos,
(uno en el hombro, un par a la altura del peroné, que queda hermoso con los pump nuevos.
Parece que con las cicatrices haces historia).
La memoria se complace en aherrojar a este cuerpo
cuyos ajos lloran en el sumidero,
cuya TSH hace crecer la cadera y reduce el tamaño de su coxis,
regazo de viejos mendigos y sátrapas venidos a menos,
en cuya matriz, los desarrapados se hacen los reyes y los emperadores friegan el suelo arañado de los ovarios con el primor de los que han sabido acuchillar.
La memoria destierra la posibilidad del sueño,
ése que nunca deja de aparecer (acción-reacción),
cada vez que se enciende la luz de la mesita de noche,
cada vez que aparece el biorritmo del sedante suizo, la nana de la ocupación de mi amado Himmler-diazepam.
La memoria pulsa el Delete cuando imagino que soy la dueña, que conduzco el Sedán, la tirolina, que giro en la almadraba o que viajo a lomos del París-Venecia.
La memoria encuentra ese momento, ése que ningún tratado podría retratar, que ni el mágico Tagore podría narrar.
Mi memoria nunca cede terreno al silencio, embrea el cerebro, lo disuelve en aceite y resina.
Un día me veréis corriendo hacia delante, sin rumbo, como un gallo sin cabeza,
mientras ella se hará Penélope para seguir domesticando mi raza.
Y, puta y sabia, me seguirá esperando
Eternamente.